miércoles, diciembre 31, 2008

¡¡Feliz Año Nuevo!! con algo viejo






Me quedo con el gustillo que da pecar. ¡¡Que mejor terapia contra la crisis que una sonrisa!!

domingo, diciembre 28, 2008

Fiel, infeil o de piedra.

Cada día más difícil esto de creer o confiar. Como la inmunidad que se vive al leer un titular sobre la crisis, te cuentan historias sobre cuernos y recuernos hasta que esto ya huele a cuerno quemado. He escuchado bastantes argumentos sobre el tema y haciendo síntesis creo que estas son las opciones que hay:

Fiel: Aplaudido por una mayoría, se refiere a un compromiso en el que sólo entran las dos personas que configuran la pareja, lo que se traduce en un overbooking en la cama: tres son multitud. Opciones: si tú o la otra persona se salta esta norma, comienza la crisis. O bien confías y pides no enterarte si las cosas no son como deseas.

Infiel: Simplemente eso. La relación sigue, y precisamente para eso, se integran experiencias que no interfieren en la relación. El sexo, sobrevalorado, se puede vivir con otras personas ya que es un gesto más de complicidad. Y comentarlo o no dependerá del daño que origine. Si va a doler a la otra personas, mejor que no se entere. Opciones: mientes (y te perdonas por ello) o mientes (y hasta te admiras por ello).


De piedra: Ahí lo llevas, tú no tienes compromiso, piensas que una pareja es asunto de dos y quien se ha puesto a jugar contigo a traspasar límites tiene una relación como un castillo con otra persona. Opciones: No eres parte del problema y ser "la otra" persona puede ser ventajoso o eres parte de la solución y te quitas de en medio.


Los ideales los conocemos. La realidad cada vez se hace más patente. Eliges derretirte y no ser de piedra más fácil de lo previsto, perdonas al infiel como callas la infidelidad y puede que tu orgullo esté a precio de saldo en según que situaciones. ¿Fallan las normas o las personas?

miércoles, diciembre 17, 2008

Cibertu, ciberyo

Me maravillan las redes sociales de Internet. Más allá del entramado de la Red, más allá de las capacidades y las posibilidades que abre, me admira el tiempo que se emplea en ellas y las "ventanas" que abre. De todas formas no puedo evitar cierta sensación ácida o fría, como creo que debe ser chupar metal, cuando cierro el ordenador. Ahí no están las personas en las que he estado pensando, no siempre a la misma hora, nunca de la misma forma, no en el mismo espacio. Pero si tampoco están en esta recreación, en esta realidad, aún es más extraño.

Como todo medio, no es bueno o malo en si mismo, sino que depende del uso que se le de. Yo me he equivocado, aquí como en tantas otras cosas. No me doy de calamonazos, porque no hace falta. Simplemente admito algunos de mis errores. Cuando ha entrado más realidad virtual que ¿física? en el trato hacia alguien, se ha enrarecido. Y a la vez la ha alimentado. Pero necesito ese gesto del que poder hablar, esa voz que relacionar en cada momento, ese momento de no poder esconderte o que desviar la mirada significa más que mantenerla.

Que miedo me da perder el tiempo, en general y ciberperderlo en particular. Pero aún más decepcionarme porque no hay nada de "x" en mi muro, abrir la bandeja de entrada pensando si es "lógico" tener ese correo o mirar la vida de los demás sin que sepan que me intereso. Convertir el medio en el fin. Tener sólo tu cibertú, quedarme en mi ciberyo.

lunes, diciembre 01, 2008

Cinco, cuatro, tres...

Cinco... Y mi plan treinta asoma por debajo de la puerta. Quiero estar buena, ahora que se que las simpáticas con gafas ligamos, quiero aprender a verme como me quiera ver. Me empiezo a creer que los treinta es la mejor edad, porque sabes más que a los 20 y tienes un gran margen de maniobra.

Cuatro... El sexo, la amistad, la familia, el trabajo... empiezan a tomar su lugar. ¡Ah! y el amor, la pareja o su ausencia, su importancia.

Tres... Y mi vida va a rachas, intentando arrancar en la dirección marcada.

Antes de que llegue el dos y el uno, después de aprender a peinarme, echarme cremas, ir al gimnasio, mientras vivo las quinientas noches de esos escasos 19 días, durante la charla en la que convenzo a mi cuerpo de que las cosas están bien como están y mi cerebro aprende a escuchar a la intuición que no atiende a razones, continuo mi cuenta atrás.