No se si pegará mucho con la celebración del día. Yo diría que no. Pero es un hecho contrastado (ya me he encargado de hacerlo) que esto, existe. El sexo deportivo, ni malo ni bueno, sino todo lo contrario, es una realidad por la que a veces te toca pasar.
En si, consiste en el sexo que se practica más centrada en aspectos colaterales que en la persona que tienes en frente. Así que aparecen pensamientos tales como llevar la respiración para que no te de flato, acompasar el ritmo por encima de todas las cosas, cambiar de "aparato" después de "x" repeticiones, ejercitar los músculos que más interesan (como una sesión intensa de gap, glúteos-abdomen-piernas) y, por último, disfrutar del momento de la relajación porque es la única oferta, seguramente, del día para no hacer nada de forma consciente.
Y, tras esto, el momento "retirada a los vestuarios". Se queda esa sonrisa anclada de haberte esforzado e incluso conseguido tu meta, de sentirse cansada pero satisfecha o de centrarte en esa parte de tu cuerpo dolorida al hacer algún movimiento. Con las ganas de haber colocado dorsales más que plantado besos, sales de tu "colchoneta" para enfrentarte al mundo. Un mundo que justifica más el sudor ocasionado si va acompañado de sentimientos profundos. Un mundo, que a veces es el propio, que interroga si esto en el fondo siempre ha sido así o hay algo mejor que nos estamos perdiendo. La respuesta suele venir de la mano de que, simplemente, las cosas no son buenas ni malas, a veces sólo tocan ser, y, como más de una vez y más de dos, esto sólo es deporte.