Si, el vicio es malo. Yo no fumo porque tengo la plena convicción de que sería una fumadora empedernida y reivindicativa de mis derechos como tal. Perteneciendo a una familia de fumadores, estoy acostumbrada al humo, aunque reconozco sus grandes inconvenientes. Pero he visto a mi madre, padre y demás relajarse con un cigarrillo, disfrutar con ellos, ganárselos, invitar... Y en la facultad mis más compañeros salían al pasillo para echarse uno, esperaban los exámenes y sus resultados envueltos en humo y salíamos de fiesta con el tabaco de la mano. Al comenzar a trabajar, más de lo mismo. La ley antitabaco (¿?), la voluntad de cada cual y las circunstancias de cada uno, han hecho que ese vicio vaya desapareciendo de mi alrededor, así que yo, en parte, me he quedado sin contemplar ese, para mí, misterioso vicio.
Ahora estoy descubriendo otro vicio que nos une: ganar. Con temas de hipotecas alrededor, embarazos, viajes al centro de la tierra e insoportables levedades de los seres, nos estamos enganchando a la play. Claro, todos muchos más maduros. Ahora es un "voy a por ti", "todos contra
fulanico (que tiene un blog, por cierto)", "¡¡¡¡eso es potra!!!!" y "¡cabrones! ¡eso no vale!" mucho más elaborado que a nuestros 10 años. Yo nunca me he considerado competitiva, claro, porque no había saboreado las mieles del éxito. Ahora me encanta ganar. Como, por lo visto, a todos. No había logrado reunir a mis amigos clásicos básicos hasta las 6 de la mañana desde hace varias nocheviejas. Pero "Buzz" lo ha logrado. Y si esto lo hablas en un bar, empiezas a oír un "A mí me gusta más el "singuestá" (esto es "Graná", no se va a decir de otra forma).
En los vicios pequeños y no demasiados insanos, nos descubrimos facetas ocultas y por

eso gustan. Podemos ser traviesos, poderosos, hijoputas, complacer y ser complacidos. A mí me gusta jugar (en general), el chocolate, echar una copa con una buena charla... y antes de que esto parezca una página de contactos, todo vicio que me haga reír un rato.