Me encontré ayer a una amiga con la que comparto la aventura de trabajar por cuenta propia. Esto es una definición poética, lo que entendemos al mirarnos es lo que nos está costando tirar pa´lante. Y me dijo una frase que no recuerdo bien, que le habían dicho a ella, algo así como que los ojos del que sufre saben reconocer las lágrimas del que llora.
Y, aunque no sea así la frase, hay un fondo de verdad. Hay dolores que se comparten y se reconocen, aunque no se hablen. Entre otras cosas, porque nos quedamos sin palabras o sin ganas de usarlas para algo que no queremos describir.
Ha muerto una amiga de unos amigos. A quien conocía porque hemos querido a las mismas personas. Tan joven y con tantas ganas de vivir como para que su ausencia aún duela más. Sólo puedo decirle a esa mirada que mis amigos tienen en estos días, te conozco.
lunes, marzo 12, 2007
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4 comentarios:
Hace días que no he tenido acceso a la red. Al leer tu post se me ha venido a la mente este capítulo de nuestras vidas... Gracias, Natalia. Por recordar lo cotidiano y su hondura. Reconozco que estoy a medias entre el vivir con intensidad y el mantenerme en la superficie.. a lo mejor, porque estas historias me destruyen demasiado.
Un abrazo.
Pues aquí estamos, para movernos en el punto entre la intensidad o superficialidad que te haga falta.
un abrazo Natalias
:-D
Un abrazo y una sonrisa, con bombones de los de Intermón-Oxfam, que están bien ricos... y endulzan cualquier ratito.
A Bruselas, a la Ludo del Zaidín.... a Málaga, a Madrid... se va mi corazón... hasta llegar al mismo cielo.
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