Es lo primero que sabemos de alguien "¿es niño o niña?" El sexo, junto al color de la piel, nos acompañará toda la vida, definiéndonos en un principio culturalmente y definiéndolo durante toda nuestra vida.
El sexo al que pertenecemos, del que somos consciente más tarde de lo que descubrimos quien nos quiere o quien nos cuida, más tarde que los nombres y las acciones, después de nuestros primeros pasos, caídas y risas... acaba perteneciéndonos.
Y ese sexo, que gana en formas, gestos, costumbres, carencias, roles, cultura llegando a ser mucho más variado que la dicotomía hembra - macho, se convierte en género. Es complejo porque traspasa lo cultural para manifestarse en el día a día, en el sentimiento, emociones... ¡¡¡pero a quien le importa!!! cuando esto puede ser mucho más sencillo, con lo bien que te lo pueden explicar en casa, como toda la vida, como debe ser, como la niña de Rajoy a la que apuntará a
cursos para aprender a ser mujer.
Ahora celebramos el 8 de marzo el día de la mujer trabajadora. Hoy he sido testigo (estaba en un balcón) de la manifestación de CC.OO y ha sido una mezcla bastante variopinta. Parecida a la que te encuentras al abrir libros que han sido clasificados bajo el tema "género". Y será por la cantidad de realidades que nos encontramos cada una de nosotras, con las que convivís cada uno de vosotros, con lo que intentamos hacer una sociedad plural que avance.
Personas libres, que lleguen a donde quieran llegar y como quieran. Sin prejuicios de rasgos femeninos como débiles, frágiles... y otros que intentando valorarlos nos machacan (instintos, sextos sentidos, mártires, putas, madres de, hermanas de, mujeres de, excepciones, ser "uno" más...)
Y cuando nos quiten las etiquetas, acepten las diferencias e igualdades como conceptos personales y variables y las conquistas sociales y educativas sean reales seremos más sensibles con el machismo, el que mata por dentro y por fuera.