miércoles, junio 04, 2008

La Barbie Biblioteca

Me crea muchísimas inquietud, en serio. Me atacan los prejuicios a parte iguales que la lógica, pero cuando levanto la vista del ordenador y me la encuentro... no lo puedo evitar, es ella, no hay duda. Es... ¡¡la Barbie Biblioteca!!

Va impecable, con un conjunto de temporada independientemente de la temperatura exterior (para las "tías buenas" el verano empezó hace un mes), maquillada para lo que mi cabeza equipara a ir de boda, pelo perfecto, zapatos a juego con el interior de los pendientes, pasa de puntillas con sus zapatos de tacón para no molestar (¿por qué zapatos de tacón en una biblioteca? ¿llega mejor a la mesa?) Y el rasgo inconfundible: va a saludar a Ken. Ken, aquél chico más o menos monos, que ha olvidado donde están los ojos de Barbie, porque lo que le queda a la altura de su nariz, son las tetas de la amiga. Las que no saben de aire acondicionado que a las demás mortales nos hace sacar la rebeca de abuela, las que son independientes a la delgadez del resto del cuerpo ¡¡¿por qué al resto nos adelgaza el pecho antes que cualquier otra parte del cuerpo??!! y sobre todo ¿¿por qué a mi, si casi no tengo??

Barbie, que entre sus complementos tiene a las amigas, siempre un poco más feas, que son mucho más rentables, no va al servicio a rellenar las botellas, como las demás mortales. No, en mi investigación he comprobado lo siguiente: va a retocarse el maquillaje. Esto me hizo respirar, porque así entendí que además de bien, se maquillan mucho. Pensaban que estarían quietas, aprovechando su cuerpo sin articulaciones, para no tocarse. Pero no, afortunadamente, apoyan la cara en la mano. Ese es el gesto de tocar, en el W.C viene el de retocar.

La verdad es que les doy las gracias. Con este porte que se me está poniendo, con cara de ordenador y boca de tensión, este aprendizaje de cremas para que psicológicamente no parezca una señora, este pelo de biblioteca que en mí se traduce a más oscuro y menos rizado (sin sol y poniéndolo detrás de las orejas, y sin ser una barbie biblioteca, no puedo esperar otra cosa), me alegra verlas. Así me imagino como será una vida en la que tienes dos opciones: o madrugas porque te mola arreglarte, o te gusta tanto hacerlo que de puro vicio, sólo tardas diez minutos y los otros cincuenta, perfeccionas.

Por esta admiración y regusto de no serlo, ya que no sabría y quizás, tampoco quiera, le dedico este post a mi compa, por haberlo pensado juntas, y a las barbies biblioteca por haberme hecho reír.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

buenisimo...y real! esas chicas que entran a la biblioteca de punta en blanco y tu te planteas que ni siquiera un sábado noche conseguirías tal punto de perfección, y que si se visten así de diario que ropa tendrán para el fin de semana...Viva la gente normal y viva la gente que sabe disfrutar esos 10 minutos remolones en la cama en los que apagas el despertador y mentalmente vas contando los minutos a la vez que duermes...y que una vez te levantas entiendes que la mejor opción son vaqueros, camiseta y como no, una coleta...y mañana será otro día...LAURA

Anónimo dijo...

Si, suponía que existían, me lo has corroborado. en arquitectura en mi época no había, últimamente al ir a la escuela he alucinado... de verdad piensan ir así a una obra????

me gusta ver a las niñas sin maquillaje, siendo lo que somos, para cuando un día decidimos arreglarnos, alucinar a todos!!! me gusta mi ropa de obra, no la cambio por nada, cómoda, útil, sufrida, así cuando quiero sorprender terminan diciéndome: vaya, hoy vienes de femenina!

mostrar la perfección a diario te deja cerrado a posibles sorpresas! como dice Bumbury: que termine el momento precioso, y le suceda la vulgaridad! y es que de la normalidad, vulgar, pero normalidad, hacemos el mundo!!! todo el día glamour, puf, qué cansado!

N dijo...

Yo no puedo pensar que el día sólo tiene 24 horas y la cabeza da para lo que da. Si piensas mucho en una cosa, no te da tiempo para pensar en otras. No quiero hacer un ranking de los mejores temas para pensar, pero si me paro a hacerlo sobre mi pelo, excepto que se me cae más de lo que creo es normal, poco me da más de si.
Por cierto, Awen, tu feminidad está por encima de que te arregles o por lo menos yo te la veo sin neceisdad de que vayas pintada.
Laura, los diez minutos en la cama dan la sonrisa que hace falta para no cagar vinagre por ahí ¡viva el remoleo!

Anónimo dijo...

¿De puntillas para no molestar? ¡Pero si lo que buscan es precisamente llamar la atención y que TODOS los tíos levanten la vista de sus apuntes!