Me maravillan las redes sociales de Internet. Más allá del entramado de la Red, más allá de las capacidades y las posibilidades que abre, me admira el tiempo que se emplea en ellas y las "ventanas" que abre. De todas formas no puedo evitar cierta sensación ácida o fría, como creo que debe ser chupar metal, cuando cierro el ordenador. Ahí no están las personas en las que he estado pensando, no siempre a la misma hora, nunca de la misma forma, no en el mismo espacio. Pero si tampoco están en esta recreación, en esta realidad, aún es más extraño.
Como todo medio, no es bueno o malo en si mismo, sino que depende del uso que se le de. Yo me he equivocado, aquí como en tantas otras cosas. No me doy de calamonazos, porque no hace falta. Simplemente admito algunos de mis errores. Cuando ha entrado más realidad virtual que ¿física? en el trato hacia alguien, se ha enrarecido. Y a la vez la ha alimentado. Pero necesito ese gesto del que poder hablar, esa voz que relacionar en cada momento, ese momento de no poder esconderte o que desviar la mirada significa más que mantenerla.
Que miedo me da perder el tiempo, en general y ciberperderlo en particular. Pero aún más decepcionarme porque no hay nada de "x" en mi muro, abrir la bandeja de entrada pensando si es "lógico" tener ese correo o mirar la vida de los demás sin que sepan que me intereso. Convertir el medio en el fin. Tener sólo tu cibertú, quedarme en mi ciberyo.
miércoles, diciembre 17, 2008
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